Hay enfermedades que, aunque son especialmente visibles a nivel físico, tienen su raíz y tratamiento en el plano psicológico. Es el caso de la anorexia: un problema que debemos tomarnos muy en serio y que conviene atajar a tiempo. Hablamos del tratamiento psicoterapéutico de la anorexia.
Descripción clínica
La anorexia nerviosa se describe clásicamente como un síndrome compuesto por la pérdida del apetito, la pérdida de la menstruación (amenorrea) y el adelgazamiento. Se la relaciona principalmente con la pubertad y la adolescencia, así como con una mayor frecuencia en el sexo femenino. A consecuencia del rechazo de la comida se suelen desencadenar una serie de síntomas físicos, derivados de la pérdida importante de peso, de la deficiente nutrición y/o de los episodios bulímicos. También se agregan fenómenos de comportamiento tales como: distorsión en la percepción de la imagen corporal, represión de la sexualidad, pobreza imaginativa, depresión y tendencia al suicidio.
La anorexia plantea multitud de interrogantes a la medicina, al discurso sociocultural y a las distintas terapéuticas que de ella se ocupan: ¿Por qué su incidencia es mayor en mujeres adolescentes? ¿Por qué queda trastornada la percepción del propio cuerpo? ¿Por qué la muerte no es un horizonte rechazable para la anoréxica? ¿Por qué no puede poner un límite a su dejar de comer y a su delgadez? ¿Qué es lo que la anorexia expresa personalmente y denuncia socialmente?
Tratamientos e intervenciones terapéuticas
Desde la medicina, hay coincidencia en afirmar que la causa de la anorexia es desconocida y, en consecuencia, sólo se conocen tratamientos inespecíficos o sintomáticos. En los manuales de psiquiatría es clasificada como un trastorno de la conducta alimentaria y, por eso, el tratamiento se dirige a conseguir que la paciente recupere su peso normal.
En cuanto a la manifestación de la amenorrea, hay coincidencia en señalar que tratarla por medios químicos sólo produce efectos indeseables (angustia, rechazo, pérdida de confianza en el médico). Efectos similares provoca el hecho de forzar a comer o centrar el vínculo terapéutico en el objetivo de que la paciente coma, puesto que ese forzamiento no hace más que reproducir las condiciones que han creado el síntoma.
Es importante tomar en cuenta que los casos graves, que requieren una intervención clínica de urgencia, son excepcionales. Por lo general, el recorrido hasta llegar a las complicaciones tardías es largo y da mucho tiempo para investigar y actuar. El diagnóstico precoz y el tratamiento oportuno evitan estas complicaciones y señalan la importancia de contar con un apoyo psicológico que permita a la anoréxica intentar entender su situación a través del tratamiento psicoterapéutico de la anorexia.
El modelo de intervención psicoterapéutica que proponemos considera la anorexia no como una entidad clínica por sí misma sino como un síntoma que es portador de un sentido. Desde esta perspectiva, se trata de interesarse por descifrar el enigma que presenta cada anoréxica con su padecimiento y de preguntarse qué hay más allá de los tratamientos coercitivos y de los intentos por readaptar lo desviado de la norma común. El rechazo de la comida, de la menstruación, de la sexualidad, el rechazo de ser un cuerpo a nutrir, es la única manera que encuentra la anoréxica de afirmarse como sujeto portador de un deseo, de afirmar su existencia más allá de la biología, del organismo. La falta de apetito no pide entonces la satisfacción de una necesidad, sino que es un apetito, un anhelo de otra cosa.
Hay que tener en cuenta que la familia padece la misma detención, el mismo congelamiento de la estructura psíquica que la anoréxica grita con su síntoma; por eso, cuando consultan por la enfermedad de la hija, es importante escuchar su propio llamado en tanto progenitores, que se expresa en su sufrimiento, sus sentimientos de culpa y de impotencia, orientándolo de forma que puedan beneficiarse del trabajo psicoterapéutico.
La bulimia y la anorexia suelen mantener una estrecha relación, pero esto no quiere decir que la bulimia sea el reverso, el negativo de la anorexia. Se pueden entender como dos momentos lógicos diferentes de una misma posición subjetiva. La anoréxica pasa frecuentemente por periodos de bulimia para volver al estado de anorexia. Por lo general, se considera que la anorexia es a la depresión lo que la bulimia al estado de manía. Lo común entre ambas es un proceso de elaboración que no termina de producirse y, por tanto, requiere una compañía psicoterapéutica especializada para poder ser abordado.
Beatriz Molina Gabriel y Galán
Psicóloga General Sanitaria
Nº Colegiada: CV10075